martes, 17 de junio de 2008

Por mucho que me cambie el reloj de mano, sigo sin acordarme una y otra vez. ¿Soy el único al que no le enseñaron las reglas del juego? Me asquea estar harto, me asqueo cuando me quejo, me asquea cada comentario añadido que sólo pretende recordarme lo que debería estar haciendo. Puedo reprimir, esquivar, ignorar, pasar por el aro y terminar por no haber aprendido a gritar. Ciertos rumores dicen que hay un remedio: intentar evadirme por completo (sin conseguirlo finalmente), pero eso sólo sirve para distraer a la agonía un ratito: termina encontrándote de nuevo y por la espalda. Te pregunta la hora… y entonces reconoces que perdiste el reloj.

Espero que no sea de ilusos esperar una semana un poquito mejor.

1 comentario:

Cierro comillas dijo...

Interesante posteo, disparador de ideas...cada uno arma las reglas de su juego.
Consejo a tu oido: perdé y olvidá el reloj todas las veces que te pase, pero nunca pierdas tu tiempo.
Besos.