Mi primera experiencia en Indonesia fue, cuanto menos, devastadora. Totalmente constructiva, pero muy chocante. Cómo describir Surabaya en una palabra, con los miles de matices que he percibido aquí...
Para empezar, es una ciudad pobre. Muy pobre. "Así es Asia", me dice mi amiga El, "mucho más que Singapur". Miles de callejones cuyas casas en ruinas me fascinaban. Texturas de ruinas.Calles grises... pero las casas, aun cayéndose a pedazos, chillaban colores. La primera impresión que tuve: qué encantador y triste al mismo tiempo.En las aceras, los diminutos y cochambrosos puestos de comida, regalaban todo tipo de olores.
Y las caras? Sonríen. Hacen reverencias. Y vuelven a sonreír. La gente orgullosa de la comunidad en que viven, orgullosos de ser fotografiados, orgullosos de ser visitados.
Eddie, local de Surabaya, me explica lo maravilloso de su ciudad. "Aquí no importa tu nivel económico. Aquí no te juzgan por lo que tienes, como en Jakarta (capital del país). Por eso prefiero vivir en una ciudad pequeña como ésta." Continúa explicándome ese encanto, sin un matiz de tristeza, como un señor mayor podría describir su pueblecito en Las Alpujarras. La diferencia es que en Surabaya viven unos tres millones y medio de personas.Las comparaciones con Jakarta urgen una y otra vez a lo largo de mi estancia en Surabaya. Celos de la capital? Cómo será la gran ciudad de Indonesia, si el "pueblecito" es así? En cualquier caso, Eddie es afortunado, tiene un trabajo fijo, y vive en uno de los altos edificios, piscina, jacuzzi y empleados que te abren cada puerta a tu paso incluidos.
Y cómo se mueve uno por aquí? El transporte público se reduce a unas furgonetas que hacen las veces de autobús. A veces pasan, a veces no. Y los taxis, inasequibles para la gente de a pie (a pesar de costar unas 80000 rupias media hora de trayecto, unos 6 euros). Es por ello que las motos invaden las enormes calzadas, se cruzan, se adelantan por cualquier lado, se saltan los semáforos y no respetan los pasos de peatones. Es horrible ser peatón en Surabaya.Visitando uno de los templos, llegué justo cuando las puertas cerraban. La chica, al verme con la cámara, abrió las puertas del templo y me dejó fotografiarlo cuanto quise. Me sentí mal al pensar que esperaba a cambio una propina. En la puerta, cogi otro de los medios de transporte disponibles en Surabaya. Uno se siente un poco despreciable al ir en un carrito tirado por una bicicleta. Te llevará donde quieras. Tras tres trayectos, entre los cuales el conductor esperó mientras visitábamos una mezquita y un mercado, le pagué por ello 50000 rupias (poco más de 3 euros). No las quería aceptar: la chica del templo le había ordenado llevarnos y ella le pagaría. Eddie me explica que 50000 rupias es lo máximo que puede llegar a ganar un día entero de trabajo y con suerte. Antes de que tradujese lo que el conductor decía, pensé que no lo aceptaba porque le parecía poco. Menuda lección de humildad y orgullo.Por la noche, en un pub cualquiera un grupo de música (Siluet Band) tocaba en directo versiones de Red Hot Chili Peppers, Muse, Jason Mraz, Maroon 5... y todo aquello que les pidieses por escrito mediante los papelitos que los camareros repartían. No tenían nada que envidiar a algunas de las bandas que versionaban, qué voces, qué instrumentos!! Pero ellos sonreían hasta no poder más viéndo cómo aplaudía, cantaba con ellos, les hacía fotos... Y agradecían hasta el ininito cuando, al bajar del escenario, les dije lo geniales que me parecían.El último día, estuve en el museo del tabaco. La exposición no era gran cosa, pero observar desde las alturas, tras un cristal, a las trabajadoras de la fábrica, ha sido sobrecogedor. Cada una llega a liar unos 3000 cigarros al día. El empleado del museo me explica: "las que llevan el gorro rojo son liadoras, las que lo llevan azul, cortan y preparan los cigarros de cada caja, unos 10000 por día, por eso hay un gorro azul por cada tres rojos, y las del gorro amarillo cierran las cajetillas y etiquetan, también a mano. Sólo trabajan mujeres porque aguantan más tiempo sentadas, y lían más deprisa, pues tienen las manos más chicas. Además, un hombre se fumaría un cigarro cada vez que liase cinco..." y ríe. En la cafetería del museo venden las cajas de 12 cigarros a menos de un euro cada una. Cigarros hechos a mano!En el aeropuerto, me tomo un café helado, y dejo 2000 rupias de propina. La empleada no lo puede creer: "para mí?", pregunta con los ojos como platos. Yo asiento, "propina". Son unos 15 céntimos de euro.
Surabaya me hizo sentirme muy consciente de mi nivel económico, que ahora no considero tan mediocre. Y menuda lección de humildad recibida. Como dijo Álex de la Iglesia hace un par de semanas en los Goya, "nos encanta mirarnos el ombligo". Qué sorpresas encuentra uno mirando los distintos ombligos del mundo...
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5 comentarios:
Cuánto mundo hay por ver...
Lo de que las casas "chillan colores" me ha recordado poderosamente a La Habana.
Vaya... y pensar que aquí la gente despilfarra dinero a lo tonto pero cuando les interesa hasta por un euro les cuesta estirarse... Me gustaría poder ver surabaya y concer gente así, que valoran las cosas por lo que son y lo que representa, con humildad... los occidentales somos muy egoístas.
Un saludito luis!
hola guapo!
pero que canción de madonna es??
yo lo saqué de una peli. 500 days of summer. muy myu bonita.
cuando vuelves?! un beso!
Buff... yo no sé si podría haber disfrutado de un sitio así. Sé que suena un poco burgués, pero ver tanta pobreza de esa forma descarnada me dolería. En el primer mundo nos han mal-acostumbrado a que la pobreza sea invisible... o casi.
Un abrazo.
sonrien, hacen reverencias y vuelven a sonreir..... hace que pensar eh???? Habria que aprender... a valorar fundamentalmete. Valorar un centimo de euro, como los colores, olores y un largo etc...y por supuesto valorar a los que estan a nuestro alrededor y a los que no estan a nuestro alrededor, con sus circunstancias....Valorar en definitiva... y disfrutar de lo que tenemos,disfrutarlo, sonreir, hacer reverencias a nuestra vida, la que tenegamos yvolver a sonreir
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