El andar a trompicones, sin importar realmente donde vayamos, tan inmerso en una conversación de las que a mí me gustan, sabiendo que mi boca no le pide permiso a mi cerebro para hablar, con la percepción de las circunstancias totalmente alterada, riendo sin mirar, viendo sin juzgar, callando por si lo hemos hecho bien y tan tranquilo como tomando un carajillo de los de antes.
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2 comentarios:
¿Qué mas puedes pedir?
A veces lo mas sencillo nos llena tanto que no necesitamos nada más...
Perdona por pasar tan poquito, es que tengo un poco abandonado el blog y a los blogueros! :)
Besicos!
yo tb te kiero brujo mio!
amparo
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